Muerte a los ciclistas

Las redes sociales, tan dadas a transformarse en jueces sumarios y emitir sentencias a la más mínima provocación, la tomaron esta semana en contra de un pseudo periodista de nombre Daniel Bisogno.

Seguramente aquellos que gustan de las noticias de la farándula estarán familiarizados con este individuo que ha participado en este tipo de emisiones desde tiempos inmemoriales (su abuso del botox así lo demuestra).

La razón fue una serie de muy desafortunadas declaraciones en las que, para acortar, dijo que debería de existir un permiso para “matar ciclistas”.

El señor está sumamente ofendido porque la calle, el Paseo de los Insurgentes, está horrible por culpa del Métrobús y, además, los estorbosos de los ciclistas.

¡Pinche gente! Se debería de comprar un coche -como uno- para que así ya no tenga que utilizar esos horribles camionsotes o estorbar con sus bicicletas.

Esto último es el mensaje detrás del desafortunado dicho de un “comunicador” apoltronado en su sillón; a todas vistas una persona que vive alejada de la problemática diaria de millones de personas (que se ven obligadas a subirse al horrible Metrobús o utilizar bicilcetas).

Según él, toda esa bola de jodidos deberían de comprarse un coche para así no estorbar y que todo se vea como le gusta.

Aunque al día siguiente pretendió disculparse, diciendo que era una broma que los pinches peatones no entendimos, Bisogno es una pequeña muestra de lo que una inmensa cantidad de conductores piensan: todo aquello que se interpone entre sus automóviles y su destino es un estorbo que deberían de quitar.

Se quejan de que, por culpa de estos muertos de hambre que carecen de auto, los espacios de la ciudad se tienen que adecuar para medios de transporte alternativos. Como ellos no los usan, son inútiles, estorbosos y hasta feos.

No pretenden siquiera encender su dañado cerebrito para acordarse que cada ciclista es un auto menos en la calle, cada Metrobús representa una flotilla completa fuera de circulación con el consiguiente beneficio para la salud y la movilidad de la gente.

A Bisogno se le olvida que la ciudad es para todos y que la única “tribu” que merece ser reemplazada en una ciudad como la nuestra es la de los automovilistas ya que son los que más espacio ocupan, más recursos gastan, más contaminación generan y más dinero requieren para seguir siendo viables pero, sobre todo, creen que es la que merece todos los derechos y piensan que tienen la “propiedad” del espacio común.