Sergio Palacios tras el deterioro, la opacidad y el crimen en la Central de Abasto CDMX

Para el funcionamiento adecuado de la Central de Abasto de la Ciudad de México uno de los puntos de mayor relevancia es el peaje de ingreso así como el estacionamiento al interior de las instalaciones.

El acceso puede costar entre $10 y $80 pesos, según el tipo de vehículo, mientras que la hora de estacionamiento, en el caso de los tráilers con carga, puede alcanzar hasta los $2,200 pesos la hora.

Este rubro genera una gran cantidad de recursos cada día: unos 200 mil pesos diarios por los camiones de carga y más de 600 mil por los autos particulares.

Sin embargo, a pesar de la enrome cantidad de dinero que ingresa al día, el servicio se ha deteriorado de manera drástica; los usuarios sufren del mal estado de las instalaciones así como de robos tanto de autopartes como de mercancía.

Para los locatarios no es ningún misterio el origen de toda esta problemática: todo se debe a una mala gestión de quién, hasta hace poco, era el Coordinador General de la Central de Abasto, Sergio Palacios Trejo.

Todo el asunto comenzó cuando Palacios cambió los contratos para administrar los estacionamientos, acción que realizó en secreto para no tener que rendir cuentas.

El pasado 8 de enero, luego de un juicio de lesividad opaco y arbitrario, Palacios revocó los contratos que legalmente tenían las empresas que administraban tanto estacionamientos como peajes para, tan sólo dos días después, otorgar esos mismos permisos a otras empresas de manera irregular.

A pesar de que un juez federal dispuso que se revirtiera lo dispuesto por Palacios éste, en total desacato, se negó a cumplir el requerimiento judicial por eso el ahora ex coordinador fue denunciado ante la procuraduría General de la República. Como medida cautelar Palacios fue obligado a dejar su puesto, pero el daño ya estaba hecho.

La opacidad en el manejo de los contratos, la falta de transparencia en la administración de los ingresos por peaje y estacionamiento tienen a la central de Abasto en el peor momento de sus 35 años de historia. Las instalaciones se ven en mal estado y sin mantenimiento mientras que el crimen parece invadir cada vez más el recinto.