El catedrático de la UNAM, Ernesto Villanueva escribió en su columna en Aristegui Online, sobre la clara guerra que El Universal libra por el PRI. El texto fue publicado con el título «Alejandra Barrales, la campaña».
He sido un crítico recurrente de la presidenta nacional del PRD, la senadora Alejandra Barrales. No obstante, cuando he citado datos imprecisos, lo he reconocido públicamente. Discrepo de ella en diversas cosas, pero hoy, quien lo dijera, quiero señalar que Alejandra Barrales es víctima de una campaña gubernamental desde El Universal, donde se le acusa de tener lo que ha afirmado tener en sus declaraciones patrimoniales y en la herramienta 3de3. No hay en lo revelado noticia alguna. Y eso sí que es noticia. Esas revelaciones no ofrecen a la sociedad nada nuevo, ni aportan elementos que muestren uso indebido de recursos públicos. No se han presentado evidencias o, al menos, indicios que indiquen que eso ha sucedido.
La forma de presentar esa información y el lugar donde se presenta permite presumir que el propósito es desacreditar a la senadoraporque – se entiende- no recorre los senderos que sigue el PRI y el gobierno de Enrique Peña Nieto. Se le receta la misma medicina que a Ricardo Anaya, el dirigente del PAN ¿casualmente? en el mismo medio, como ya lo apunté en estas páginas en mi columna anterior.
El Frente integrado por el PAN- PRD-MC está sujeto a todas las interpretaciones posibles sobre su pertinencia, oportunidad e idoneidad. Una cosa en esta guerra electoral de todos contra todos parece cierta en este momento. La tesis según la cual el Frente era (es) un ardid del PRI para dividir a la oposición se ha caído por la borda o el PRI ha hecho una labor tan brillante en ocultarlo que en ese afán no se ha detenido en enviar sus misiles contra dos de sus principales artífices, Anaya y Barrales, lo que sería ajeno a la táctica de preservación del partido oficial, que tiene las dotes del Rey Midas, pero al revés.
Creo que, con todo y las críticas que se le puedan encontrar, el frente no va por el mismo camino que el PRI. Pienso que este partido ha decidido apostar a Margarita Zavala y a Calderón como un escenario b, como bien lo había advertido Álvaro Delgado en su obra El amasiato, desde hace dos años. De ahí, entonces, la estrategia mediática contra Barrales para neutralizarla, para eliminarla en el mercado de la opinión pública.
A Barrales le aplican hoy la técnica de la clásica espiral del silencio identificada por la brillante politóloga alemana Elisabeth Noelle–Neumann. De acuerdo a esta técnica la conducta de las personas depende de la opinión pública mediática mayoritaria. El ciudadano tiende a no decir nada si la mayoría piensa de manera diferente a como lo hace él, por temor a ser excluido. De esta suerte, según esta técnica de comunicación política, sólo una minoría expresa su disenso, casi marginal.
La campaña contra Barrales tiene el propósito de acotar sus márgenes de maniobra en la presidencia del PRD y de encarecer los costos al Frente para su eventual postulación como candidata a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. De ahí que se insista en que sus días en la presidencia del PRD están contados para darle un impacto efectista de inestabilidad a ese partido. Eso, por supuesto, le caería como un bálsamo al PRI, al cambiar al jinete a la mitad de la carrera sobre todo tratándose del PRD que, como es sabido, tiene una estructura interna frágil que no resiste- o al menos lo hace con más dificultad- los embates mediáticos, tengan o no razón. Eso es lo de menos. Lo importante es hacer ruido para desviar la atención sobre supuestas fallas (que no son tales) de la presidenta de ese partido.
A propósito de esta última escaramuza contra Barrales, no faltaron quienes me escribieron para que hiciera pública mi postura sobre el tema. Dejo de lado mis filias y fobias personales para anteponer el interés público al que los demócratas debemos sujetar nuestros posturas en épocas aciagas como la existente. La postura facilista hubiera sido subirme a la cargada contra Barrales aunque con ello, sin querer, le hiciera el trabajo sucio al PRI. Pues no. Alejandra Barrales se ha convertido en un activo para quienes, como yo, creemos que el principal problema del país es el PRI y todo lo que representa en el diseño de instituciones ajenas por entero al interés público al transcurso de los años del México posrevolucionario que siguen, en buena medida, intactas. La lógica racional sugiere que un personaje como Barrales debe seguir presidiendo su partidohasta que su estrategia electoral así lo aconseje por el bien de todos, le pese a quien le pese.
Fuente: Aristegui Online