Alguna vez narré en otras páginas donde escribo el caso de un asesinato en la remota Islandia. De como, después de descubrirse el cadáver de una muchacha, la policía de ese país comenzó una búsqueda que, apoyada por la población, tardó pocas horas en dar con un marino extranjero quien había sido el culpable.
Resulta que en Islandia ocurren apenas dos asesinatos al año y, cuando suceden, se da una espectacular cacería debido a la rareza del crimen.
No están acostumbrados a los homicidios.
El caso de Marco Antonio Sánchez Flores, quien desapareció luego de ser detenido por un grupo de policías causó un revuelo mediático y popular como pocas veces se ha visto en esta ciudad.
¿Cómo es posible en un lugar donde diario desaparecen personas por las más diversas causas llegara a transformarse en una especie de bandera de los derechos civiles en cuestión de horas?
No quiero que se mal interprete. La desaparición de Marco Antonio, al igual que la de cualquier mexicano en cualquier parte del territorio nacional, debería de ser seguido de cerca por todos los medios y resuelto de manera clara por las autoridades.
Cualquier desaparición es importante y todas tienen una gran importancia por muchas razones.
Sin embargo, en este caso en particular, llama la atención la velocidad con la que políticos y medios “alternativos” se decantaron en exigir una solución a la desaparición de Marco Antonio.
¿Qué los desaparecidos en otros días o sitios no son importantes?
Llevaron el asunto a un nivel que, dicho de manera MUY cruda, parece incluso que querían que ocurriera lo peor. Que de plano no apareciera o que, tal que como lo mal-informó un amarillista de redes sociales, apareciera su cuerpo muerto con señales de tortura (basándose en una cuenta falsa de Twitter).
Les urge un mártir para capitalizarlo para su causa y están dispuestos a entrarle a todo.
Es por eso que transformaron a Marco Antonio en una bandera que, ahora que apareció, en una causa a pesar de que no saben a ciencia cierta qué fue lo que pasó ni donde estuvo durante estos días.
No estoy en contra del cambio ni pienso que las alternativas sean malas o tétricas para el futuro de México y de sus habitantes, pero creo que, si necesitan de un “muertito” para sacar adelante una campaña, están más jodidos que a quienes quieren sacar del gobierno.