Interesantes efectos colaterales los de las redes sociales.
Tinder es una app que la mayoría de la gente utiliza para conseguir un “rapidín”. Los usuarios navegan a través de fotos de miles de posibles cómplices en búsqueda de una relación rápida, desechable y sin consecuencias.
El sexo es uno de los instintos más primordiales del ser humano; basta una mínima excitación para que una persona cabal y centrada pierda todo dejo de civilización y salga tras de el objeto que le inspira pasión.
“Jala más un par de tetas que dos carretas” dicen en el pueblo y no puede ser más sabio este dicho.
Este instinto primordial es el que aprovechan las “Goteras VIP” para poder cometer sus crímenes: fotografías sugestivas y pláticas cargadas de sensualidad. Encontrarse en una cita no con una, sino con tres mujeres dispuestas a todo. A transformar una simple noche en un evento digno de alardear al siguiente lunes en la oficina.
Hazañas dignas de un verdadero macho alfa.
Sin embargo, luego de la borrachera la cruda moral supera a la física; de la noche de pasión no se acuerda nada. Las luces se apagaron justo cuando empezaba la acción y ahora se encuentra desorientado, con un grave malestar y un horrible descubrimiento.
Desaparecieron electrónicos, computadoras y celulares; objetos de valor y hasta coches.
El macho depredador, que se pensó al borde de alcanzar la gloria, se transformó en ingenua víctima. En un animal que fue fácil de cazar gracias a sus instintos desbocados.
¿Qué hacer?
Demasiada vergüenza para acudir a las autoridades. Demasiada vergüenza para confesarlo con amigos.
El crimen perfecto.
Afortunadamente una de estas víctimas logró vencer la barrera de la vergüenza y se atrevió a denunciar. Las “Goteras VIP” cayeron por causa de uno de esos codiciados gadgets que ellas mismas robaron.
Todo este asunto es una buena oportunidad para reflexionar sobre la tecnología y los nuevos retos que esta nos impone. De como su uso –y maluso– puede afectar nuestras vidas.
Pero también es oportunidad de reflexionar sobre la naturaleza humana que, la verdad, parece seguir estancada en el neolítico.