Es terrible, pero el hecho de que un individuo con severos problemas mentales tome un arma de alto poder y asesine un grupo de compatriotas en Estados Unidos, ha dejado de ser noticia.
Los medios, por lo menos en México, ya lo manejan como una vulgar nota roja (que tampoco debería de ser “lo corriente”).
Como también ya es costumbre, este hecho viene a encender de nuevo la discusión sobre la accesibilidad a las armas en el país vecino.
A pesar de la gran cantidad de personas muertas por este tipo de incidentes (muchas más que las muertas por terrorismo o por causa de inmigrantes mexicanos), de que en el caso particular de la balacera en Texas la mitad de los muertos hayan sido menores de edad, las organizaciones que defienden el uso y la venta de armas insisten en que no es culpa de esta política.
Es más, afirman, si no fuera por la venta de armas el saldo de la última matanza hubiera sido del doble de personas. Esto lo dicen debido a que fue precisamente un ciudadano armado el que dio caza al asesino. No se plantean el hecho de que éste último, a pesar de tener antecedentes de violencia e inestabilidad mental, fue capaz de adquirir un arma de fuego.
En medio de estas afirmaciones tan carentes de sentido humano destacan las palabras de la comentarista de la cadena Fox, Ainsley Earhart, quien dijo durante un análisis de los hechos esta joya:
“No hay mejor lugar para morir que una iglesia”.
Entiendo entonces que a las víctimas de la matanza les hicieron un favor matándolos en un templo porque, a decir de esta estúpida, “estaban más cerca de Cristo”.
Expliquemos a la familia Holcombe, la cual perdió cinco integrantes de tres generaciones, entre los que se encontraba un infante de un año de edad y una mujer embarazada, que sus seres queridos murieron en un buen lugar…
Estoy de acuerdo que a estos individuos les pagan -y muy bien- por defender algunas posiciones políticas e intereses económicos, sin embargo llega un momento en que esta defensa es patética y raya en lo inhumano.
Mejor no lo hagan.